La crisis sanitaria sólo parece profundizarse en Brasil, donde la mayoría de hospitales en algunas ciudades están colapsados y el índice de infectados amenaza con seguir aumentando durante las próximas semanas.
Hace algunos días publicamos una nota en la cual afirmábamos, basándonos en las opiniones de diversos expertos de salud brasileños, que Brasil podría convertirse prontamente en el “epicentro” de la pandemia debido a la gestión llevada a cabo por el Gobierno Federal presidido por Jair Bolsonaro.
Hoy, 25 de mayo del año 2020, al parecer ese día llegó.
Actualmente Brasil, con más de 360.000 infectados por coronavirus, se ubica segundo en el nefasto ránking de países con mayor número de infectados, sólo superado por Estados Unidos que “ostenta” más de 1.600.000 casos. El número de muertes en el país carioca es también sumamente preocupante, ya que durante la última jornada esta cifra ascendió a un total de 22.666 decesos confirmados.
Uno esperaría que cifras tan críticas como las presentadas deberían alarmar incluso al presidente más conservador, pero no ha pasado así con Jair Bolsonaro. El presidente brasileño se mantiene incólume en su postura negacionista respecto a los reales efectos del Covid-19 en la población, catalogándolo como una “gripecita” que sólo oculta el real problema que, según él, enfrenta Brasil: la recesión económica.
De una manera casi obsesiva, Bolsonaro en sus diversas alocuciones ha remarcado la importancia de abrir cuanto antes la economía de Brasil, ya que según él una crisis económica puede causar “aún más muertes” que el propio coronavirus. Secundado por los sectores más fieles de su gabinete y apoyado por un importante número de votantes, el presidente se pasea de un lado a otro insistiendo en la necesidad de reabrir la economía a pesar de las devastadoras consecuencias que está generando el coronavirus en su país.
Cierto es que el coronavirus no es sólo una simple “gripecita” como pretende catalogarlo el presidente carioca, es un virus que tiene colapsadas a la mayoría de Urgencias de la ciudad de Sao Paulo, la más grande y más afectada del país por la pandemia. Lo peor de toda esta situación es que el peak aún no se ha alcanzado, y algunas agencias estadísticas estiman que para fines de junio Brasil podría superar el millón de infectados y más de 80.000 muertes. Desolador panorama.
A pesar de tenerlo todo en contra por el momento, las y los trabajadores de la salud están dando lo mejor de sí, pero chocan en hueso enfrentados a un gobierno que no parece poseer una política clara para combatir el avance de la pandemia. Y así como esta actitud ha generado gran resentimiento hacia el gobierno por parte de los trabajadores sanitarios, así también lo hace entre diversos sectores políticos y sociales del país.
La oposición a Bolsonaro hace ya un buen tiempo está hablando de “impeachment” – acusación que tiene por finalidad la destitución – en contra del presidente; los gobernadores lo desobedecen y aplican sus propias medidas para combatir la pandemia en los distintos estados; dos ministros de salud han renunciado en medio de la crisis por diferencias con el presidente – Luiz Henrique Mandetta y Nelson Teich – y la Corte Suprema desarrolla un proceso de investigación en su contra por intervencionismo político, en el cual también se han visto implicados sus hijos Carlos y Flavio.
Todo parece en contra del presidente brasileño en medio de la pandemia, pero cuenta con un fuerte “as” bajo la manga: el apoyo irrestricto de importantes sectores de las Fuerzas Armadas. Mientras dicho apoyo continúe por la misma vía, la gestión Bolsonaro podrá seguir su curso durante toda la pandemia.
Para colmo de los males del vecino país, muchos investigadores pertenecientes a prestigiosas universidades – como la Universidad de Pelotas en el sur del país – han afirmado que el número real de infectados es mucho mayor al señalado por las autoridades, sobre todo si consideramos la incapacidad global de los países para testear a todos los casos infectados, situación que se agudiza aún más en Brasil debido al desinterés mostrado por el gobierno central para aumentar la realización de test entre la población.
Los investigadores señalan que las cifras entregadas por el gobierno son sólo “la punta del iceberg”, y que probablemente la cifra real de infectados puede superar más de 5 veces estas estimaciones, significando millones de brasileños y brasileñas que probablemente no han sido diagnosticados.
Debido a la situación crítica que atraviesa, muchos países han optado por cerrar sus fronteras con Brasil y/o impedir la llegada de viajeros provenientes de dicho país, siendo Estados Unidos el ejemplo más destacado, ya que desde hoy entrará en vigor la prohibición de viajes desde tierras brasileñas.
Como vemos, incluso países como Estados Unidos, que se presenta como “un ejemplo a seguir” para Bolsonaro, han decidido dar la espalda a su gestión, aislandolo políticamente en medio de una pandemia que por momentos pareciera no importarle.
El equilibrio de las fuerzas políticas en Brasil pende de un hilo en estos momentos como consecuencia de la crisis, y las fuerzas de oposición, el bloque de apoyo a Bolsonaro, los sectores militares y el pueblo organizado tienen mucho que decir en los días venideros, cuando la pandemia se recrudezca aún más. Por lo pronto, nos queda esperar que el hilo se corte por la parte más gruesa, y que todos aquellos que han jugado con las vidas del pueblo brasileño paguen más temprano que tarde su desidia frente a una crisis de ribetes históricos.
Fuente: Diario Venceremos