El estallido social chileno que se transfirió a la autoorganización de barrios y poblaciones marginales, no pudo ser detenido por la cuarentena y así proliferan las iniciativas de vecinos que realizan huertas, ollas comunes y brigadas de apoyo “sólo el pueblo salva al pueblo”. Y como se les hace difícil sacar a los milicos, que la población ve como nazis fascistas y asesinos, ahora siembran iniciativas “anti drogas” para justificar la avanzadilla represiva de policías militares (carabineros) y policías civiles (los famosos tiras o ratis de la polícía de investigaciones), pero la población no se deja engañar y siguen acrecentándose las iniciativas de abajo, como la Cantata en los techos de Valparaíso.
Las nuevas estrategias
La pandemia ha obligado a los traficantes a modificar su negocio. El cierre de las fronteras ha afectado la cantidad y calidad de cocaína que ingresa al país y aumentó su valor entre un 37,5 a un 50%. Ahora, por ejemplo, se vende droga en menor cantidad, a un mayor precio, y en puntos más focalizados. Otras sustancias, como marihuana o éxtasis, siguen estando más disponibles.
“Chile, en lo que es criminalidad organizada, está en una etapa bastante incipiente. Estamos lejos de países que tienen una fase más simbiótica, donde la primera afecta también el sistema político y el económico. Esta etapa inicial es también la más violenta, porque es cuando estas pequeñas organizaciones criminales se disputan el territorio y el mercado. Eso se exacerba a raíz de la pandemia”, dice el subsecretario de Interior, Juan Francisco Galli.
La extensión de los clanes narco se puede ver, sobre todo, en comunas céntricas, donde la venta de drogas crece con fuerza.
“Creo que el fenómeno más importante en la comuna son las denuncias de microtráfico; de redes de distribución que son en cantidades pequeñas, lo que hace que sea más difícil la intervención”, dice Gonzalo Durán, alcalde de Independencia, una de las zonas más afectadas en la Región Metropolitana, junto a Peñalolén y Santiago. Durante este año se han realizado seis allanamientos y se ha detenido a 36 personas.
El sector sur -entre el río Mapocho, Av. Recoleta, Vivaceta y Av. Santa María- es señalado como el punto más conflictivo. La municipalidad ha trabajado con Carabineros y la PDI para controlar la situación. Gracias a las denuncias de vecinos y a patrullajes nocturnos se identificaron nuevos métodos de venta.
“En algunos sectores tenemos edificios en altura donde se concentra un número importante de personas y al interior se producen problemas de hacinamiento que generan dinámicas complejas que son difíciles de intervenir. Es un fenómeno del último tiempo”, dice Durán.
El toque de queda también ha impactado el tráfico. Ahora han empezado a operar de día, aprovechando la poca gente que hay en las calles. La Municipalidad de Santiago ha acumulado varias denuncias. La entrega de drogas a través de apps de delivery también ha aumentado. La libre circulación de los repartidores les permite moverse sin levantar sospecha.
“El tráfico en los barrios se ha visibilizado mucho más. Hoy están actuando con completo desparpajo, frente a la autoridad, a plena luz del día, y eso es lo que tenemos que atacar. Nosotros no tenemos ninguna atribución policial, no andamos armados, muchos de ellos sí”, dice el edil de Santiago, Felipe Alessandri.
Santiago es la comuna metropolitana que más intervenciones registra (113) y la de mayor cantidad de detenidos por estos operativos (194) durante este año. En cuanto a allanamientos (8), está tercera, detrás de Peñalolén y La Florida.
Barrios infectados
El narcotráfico no es un problema nuevo en estos territorios; la novedad es la pandemia. Los vecinos encerrados en sus casas -muchos en condiciones de hacinamiento- ahora ven por sus ventanas cómo las bandas se toman calles y pasajes.
Huechuraba es un ejemplo de comuna en la que, según las autoridades, la desarticulación de una banda ha dado la oportunidad a una nueva para ocupar su lugar. Según cifras de Carabineros, en la comuna se han realizado ocho allanamientos que dejaron a 14 personas detenidas. Gran parte de las intervenciones fueron realizadas en La Pincoya. El 22 de marzo ocurrió el último golpe al narcotráfico en ese sector. El operativo se centró en detener a los miembros de la banda de “Los Cambachos”, famosos por sus letales ajustes de cuentas. El OS-7 logró determinar que habían realizado un “lavado emergente o microlavado”, es decir, habían comprado vehículos nuevos, pagado viajes al extranjero y realizado modificaciones estructurales de casas del sector con el dinero que obtenían de la venta de sustancias ilícitas. Todo se pagaba en efectivo. Fueron arrestadas 13 personas, a quienes les incautaron más de un millón de pesos en efectivo, 491 gramos de tres drogas (pasta base, cocaína y marihuana) y tres vehículos avaluados en $ 27 millones.
La urgencia por detener el avance del tráfico de drogas llevó a que los vecinos de La Pincoya se organizaran para hacer frente al problema. Dicen que la autoridad los olvidó y que la única opción es la autogestión. Desde el año pasado funcionan varios comités de seguridad que agrupan, en total, a 100 personas.
“El tráfico ha existido siempre. No creo que este tiempo haya sido más duro. Ahora hay más organización, ya que el Estado no ha sido garante de las necesidades de los vecinos”, dice la dirigenta Lorena Eyzaguirre.
La Pintana es otra de las zonas afectadas. Según datos de la municipalidad, se han registrado 22 homicidios en lo que va del año, mientras que en 2019 la cifra era de ocho muertes. La mayoría están relacionados con narcotráfico. Allá explican que las intervenciones que Carabineros realizaba en las poblaciones eran exitosas, pero que a partir de la pandemia ese trabajo disminuyó. “No es lo mismo pasar la cuarentena en La Pintana que en una comuna donde las casas tienen más espacio, porque acá las personas deben convivir con este entorno de violencia que genera el narco. La sensación de temor entre la gente ha aumentado, porque son más frecuentes las balaceras y las quitadas de droga”, asegura Pizarro.
Aun cuando al inicio de la pandemia del Covid-19 alcaldes de distintas comunas alertaron sobre presencia de “narcobenefactores” que ayudaban en las poblaciones vulnerables con insumos médicos y comida, desde el gobierno aseguran que ningún jefe comunal entregó antecedentes concretos como para investigar.
El avance del narcotráfico ha puesto a prueba a las policías y las estrategias implementadas por el gobierno. Al menos en Lo Hermida, las cosas parecen un poco más tranquilas luego de los últimos allanamientos. En las estrechas calles del barrio se ve poca gente, en parte, por las cuarentenas obligatorias, pero también por la desarticulación en la cadena de abastecimiento. Pese a la calma que hoy reina en las calles del sector, nadie quiere hablar de las otras bandas que podrían ocupar el lugar de las caídas. Los vecinos solo esperan que las cosas empiecen a mejorar, para así poder concentrarse en cuidar la salud y olvidar al menos una de sus numerosas preocupaciones.
Fuente: Clajadep