Por Capucha Informativa

El centro de detención “Venda Sexy” o “Discoteque” era uno de los cuarteles de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), durante los años 1974 y 1977. Fue declarado monumento nacional en el año 2016, y está ubicado en Irán 3037, esquina de Los Plátanos, en la Comuna de Macul, Santiago. En el recinto operaron las agrupaciones: “Chacal” y “Ciervo”. La primera dirigida por el oficial de Carabineros de Chile, Miguel Hernández Oyarzo y la segunda, a cargo del Oficial del Ejército Manuel Carevic Cubillos, en conjunto con la Mayor de Carabineros lngrid Olderock.

En un principio perteneció a una familia comunista que en dictadura fue obligada a exiliarse. La pusieron en alquiler con una inmobiliaria. Fue arrendada por el teniente de Carabineros Miguel Eugenio Hernández Oyarzo, quien era integrante de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). Por un tiempo sirvió como dormitorio para los agentes, pero cuando la represión en la dictadura estaba cada vez peor se convirtió en un lugar de pesadilla.

Se caracterizó por ser un centro de detención, aquí llevaban a los detenidos para ser posteriormente asesinados, torturados o para hacerlos desaparecer. En este lugar los prisioneros pertenecían al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) o eran del Partido Socialista (PS). La mayoría eran estudiantes universitarios. 

El nombre de la casa “Discoteque” proviene del alto volumen de música anglo -de Rock- durante las horas de tortura y violación para disimular los gritos, también su nombre tiene explicación en que los vecinos creian que se efectuaban fiestas todos los días. Y la “Venda Sexy” porque las detenidas y los detenidos llegaban a la zona con los ojos vendados,  para después ser torturados sexualmente. Sin embargo, hasta la fecha se desconoce el nombre que la DINA le tenía al lugar para identificarlo.

 “(…) Era una casa de dos pisos con subterráneo, con piso de parquet, una ventana redonda en el baño y una escalera de mármol, impresionante, muy grande, curva y ancha. Continuamente había música estridente, e incluso una vez pusieron en la pieza dos discos con la música a todo volumen, que nos produjo una terrible sensación. Fui bajada a un subterráneo donde comenzaron a torturarme a golpes, corriente, etc. Esa noche dormí en una pieza común que al parecer estaba destinada a los nuevos detenidos. Al día siguiente fui llevada a una pieza de mujeres, lugar donde vi a numerosas personas que estuvieron conmigo. Continuamente, además, entraban individuos a la pieza que nos vejaban de todas las formas imaginables y posibles…”, relata una exprisionera. 

El informe La Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, mejor conocido como Informe Valech, relata que “Quienes estuvieron en la Venda Sexy denunciaron haber sido sometidos a interrogatorios y torturas, que se realizaban en el subterráneo del inmueble. En este recinto se practicó con especial énfasis la tortura sexual. Eran frecuentes las vejaciones y violaciones sexuales de hombres y mujeres, para lo que se valían, además, de un perro adiestrado. Los testimonios denuncian que también sufrieron golpes, aplicación de electricidad, colgamientos, fueron sometidos a la ruleta rusa, sufrieron asfixia, quemaduras, privación de sueño, fueron obligados a presenciar y escuchar torturas a otros detenidos, amenazas; y manipulación psicológica permanente.”

En el mismo informe se sostiene que el funcionamiento de Venda Sexy tenía un horario de jornada laboral diurna. Luego de que terminara, los torturadores se iban para regresar al día siguiente. Quedando a cargo del recinto suboficiales y guardias de la DINA hasta la mañana siguiente cuando entraba en funcionamiento.

Historia de Ingrid Olderock, la mujer de los perros:

Nancy Guzmán: “Ingrid Olderock sobrepasó a muchos hombres en su crueldad” –  Perrera Arte
(Fotografía de la torturadora Ingrid Olderock)

Provenía de una familia disfuncional y violenta, fue hija de alemanes y con ideas ligadas al nazismo. La misma Ingrid mandó a matar y a violar a su hermana para quedarse con la herencia familiar según se detalla en el libro “Ingrid Olderock, la mujer de los perros” (Ceibo Ediciones), una obra de la periodista Nancy Guzmán. Olderock ingresó a la DINA en octubre de 1973, con el grado de capitana. En los primeros años de la dictadura participó en la Escuela Femenina de la institución, donde 70 mujeres fueron instruidas en tareas represivas.   

La oficial de Carabineros, Ingrid Olderock, era entrenadora de perros antes del golpe, y ocupó sus conocimientos para adiestrar un perro de raza Pastor Alemán para violar a los/as prisioneros/as. Aquel perro lo llamaban Volodia, nombre que comparte con el militante del Partido Comunista, Volodia Teitelboim, que fue senador, diputado y secretario general de ese partido político. 

En el año 1981 sufrió un atentado en el metro de Santiago. Le dispararon y una de las balas jamás pudo ser extraída de su cráneo. Declaró a la Revista Estudios Críticos de Arte y Cultura Contemporánea (ECFRASIS), que los que le habían disparado “no eran terroristas de izquierda” como se quería hacer creer sino gente que estimaba que ella “sabía demasiado”. De forma inmediata se le declaró -por su propia institución- demente y pasó a retiro. 

En la misma entrevista, Olderock comentó que era injusto que se le haya declarado como demente, y más aún si se le consideraba capaz de ser citada por los tribunales, sin embargo, fue capaz de ocupar la supuesta demencia a su favor para evitar ser condenada.  “(…) de repente descubrí, por alguien que me lo dijo, que los siquiatras de Carabineros me declararon demente. Pero los diagnósticos psiquiátricos dicen que soy absolutamente normal, con buena fijación de los recuerdos y aquí los tengo porque yo me hice de esos documentos y nadie se dio cuenta porque los carabineros no son profesionales. Les saqué fotocopia y los dejé en el mismo lugar porque encuentro harto injusto que a uno, por haber dicho verdades netas, la declaren demente pues”, afirmó la torturadora.

“Ella terminó odiando a Carabineros porque desde ahí se planeó su atentado”, indicó la periodista Nancy Guzmán al medio El Mostrador . “Ella siempre insistió que el fallecido general (César) Mendoza dio la orden para su asesinato y que fue (el mayor Julio) Benimelli quien quedó encargado”, agregó.

“Posteriormente se dieron cuenta que habían atentado contra una agente que estaba desertando a Carabineros y a los servicios de inteligencia. Eso es muy interesante, porque los que atentaron contra ella fueron posteriormente detenidos y nunca les preguntaron sobre el atentado a Olderock en los interrogatorios, lo que lleva a la infiltración en los partidos de izquierda de la época, específicamente, en el MIR”, concluyó la comunicadora.

La excarabinera fue la directora de la escuela femenina de la DINA “y ahí se les entregó destrezas a setenta mujeres para matar, hacer seguimientos, torturar y desaparecer a personas. Ella entrenó a mujeres para realizar actos criminales con recursos del Estado y eso es desconocido hasta el día de hoy. Me parece que estas mujeres no pueden quedar impunes para la historia del país”, comentó Guzmán.

“Ella fue parte importantísima de la DINA. Integró la peor de las brigadas: la Purén y en ella tuvo mando por sobre muchos agentes porque su grado era de capitana. Participó en torturas, diseñó la peor tortura que era vejar sexualmente a detenidas y detenidos con un perro. Participó en Operación Cóndor, en los entrenamientos que la CIA dio a las mujeres de la DINA en la Casa de Piedra, en el Cajón del Maipo; supo de la fabricación de gas sarín”, agregó Guzmán. 

A pesar de que muchas sobrevivientes de la dictadura la apuntan como torturadora, ella mantuvo su postura de inocencia antes los hechos que le imputaron. Afirmó al medio ECFRASIS que lo mas cerca que estuvo de alguna tortura fue “De ver a un hombre en la parrilla porque me mandaron a buscar un documento. Pero entregué el documento y me fui. Es que ¿sabe? Todas esas cosas no van con uno. No lo digo ahora; porque yo sé que después de la guerra todos son generales. No, yo no voy con eso. Yo digo la verdad”, comentó Olderock quien falleció en 2001 a los 56 años con total impunidad.

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