Por Brigadistas de la Memoria Popular, 2006.

Fue el 29 de marzo de 1985. Era una combativa jornada de protesta en contra de la dictadura. Horas antes se habían producido los secuestros de los profesionales Guerrero, Parada y Nattino. El marco social-político se caracterizaba por una fuerte alza de las luchas por el término de la dictadura de Pinochet. Y éste, como siempre, respondía de la manera que mejor sabía, reprimiendo y asesinando. 

Villa Francia, y sus alrededores, es un lugar que siempre se ha destacado por la organización, unidad y acción de sus pobladores. Esa vez no era la excepción. Por el contrario, ya entrada la tarde, comenzando a oscurecer, se acrecentaba la movilización de la gente, especialmente de los jóvenes. Ahí, como siempre, estaban Rafael y Eduardo, junto a sus compañeros pobladores. Y ahí fueron asesinados, en el sector de Las Rejas con 5 de abril. 

Los hermanos Vergara Toledo pertenecían a una familia que es y ha sido muy comprometida con la organización poblacional, muy ligada a las comunidades cristianas del sector. Por lo mismo, eran permanentemente hostigados y vigilados por el aparato represivo de la dictadura. Es entonces, fácil de imaginar que hubo concertación para producir la muerte de los dos jóvenes. A nadie le caben dudas de los seguimientos, del corte de luz en el momento de los disparos por la espalda en contra de Eduardo y para rematar a Rafael herido, en el interior de un furgón de carabineros de la 21 Comisaría. 

Enseguida se produce el allanamiento de la casa de la familia, en un operativo muy violento, bajo las burlas de los represores, con un ensañamiento cobarde y desquiciado. Y después, lo de siempre, una historia oficial que niega todos los hechos, que estigmatiza a las víctimas motejándolas de delincuentes, que cierra toda información, que enreda judicialmente el caso. Los culpables directos son sobreseídos en 2002 por los tribunales militares. Sölo en 2004 se logra llegar a la justicia civil. 

Pero la verdad es porfiada y se ha ido imponiendo por sobre todas las zancadillas puestas por el poder. La lucha conmovedora de la familia, acompañada siempre por los pobladores, lo ha logrado. Y, pese a que la justicia judicial aún no resuelve, los hermanos Eduardo y Rafael Vergara Toledo han sido ungidos como Héroes Juveniles por el pueblo , en un acto de justicia real. 

Han pasado 21 años y la memoria no se pierde, más bien se mantiene y acrecienta con los hermanos. En Villa Francia, lugar en que fueron asesinados, hasta hoy existe una fuerte identificación y solidaridad con su recuerdo. Especialmente de los jóvenes. Cuentan Manuel y Luisa, los padres, que muchos niños nacidos en estos 21 años son bautizados con los nombres de Rafael y Eduardo, como homenaje y admiración. 

Es tan fuerte el peso de la memoria en este caso que, hasta hoy, todos los 29 de marzo, se conmemora el Día del Joven Combatiente, como reconocimiento a los hermanos que entregaron sus vidas por la caída de la dictadura, por sus principios, por la libertad de este país; así como también lo hizo Pablo, el otro hermano, que junto a Araceli Romo fueron asesinados en Temuco, el 5 de noviembre de 1988. 

Es preciso que las cosas se aclaren, que se paguen las deudas que hay. La muerte de los hermanos Vergara Toledo, así como la de muchos más, especialmente jóvenes, es aporte indispensable para la derrota de la dictadura militar y no es patrimonio de nadie más que del pueblo chileno. No es posible que la justicia aún no falle para esta situación. Cuando así sucede la justicia se constituye en parte de la violencia. “Propicia que persista la injusticia y la impunidad”, como dice Luisa Toledo. 

La memoria de las luchas de los pobladores está llena de páginas de entrega y heroísmo que es obligatorio rescatar y difundir. Si durante la dictadura la prensa tuvo una actitud cómplice con las versiones de la dictadura en los atropellos a los derechos humanos, ahora ya es majadera la actitud que tiene de circunscribir la información solo a los enfrentamientos que se producen en las poblaciones, en la noche del 29 de marzo, descontextualizando el hecho histórico y humano. 

Además, es muy injusta, por decir lo menos, la actitud de los gobiernos de la concertación en los días 29 de marzo. No puede ser que los que antes fueron luchadores por la democracia, con sus Tomas de Terreno, sus protestas territoriales contra la dictadura; hoy sean estigmatizados como lumpen, restándole toda dignidad a sus inquietudes. 

Rendimos, pues, un sentido y reconocido homenaje a la memoria de quienes se han ganado un justo lugar en el corazón del pueblo y la juventud chilena, los hermanos Vergara Toledo. 

Adherimos, así mismo, a la campaña por el esclarecimiento de la situación judicial del asesinato de Rafael y Eduardo, iniciada en marzo de 2006.

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