Las mujeres están presentes más que nadie en la pandemia, tanto en hospitales como en los hogares. Las afectan los trabajos no remunerados, y sería bueno reconocerlo en el presupuesto UE-América Latina, según la SEGIB.
Conocida es la problemática del personal sanitario de primera línea: durante la pandemia ha quedado clara la precaria situación en la que trabaja ese personal que en América Latina es femenino en un 70%, y en Europa en un 78%, según cifras que maneja ONU Mujeres.
Y el asunto va más allá: Las mujeres «han sido las más afectadas por el trabajo de cuidados no remunerados”, dice a DW Rosa Llobregat, responsable de incidencia de EULAT Network, una red de 40 organizaciones de la sociedad civil europea que trabajan con socios en América Latina en el campo de derechos humanos y desarrollo.
La pandemia ha venido a agravar lo que ya sucedía: En América Latina, con el mayor índice de feminicidios, casi 20 millones de mujeres y niñas sufren violencia sexual y física. Más de la mitad de estos asesinatos son cometidos por parejas o parientes cercanos. Y el 98% de esos crímenes quedan impunes.
Adicionalmente, las medidas de confinamiento han dejado clarísimo que las mujeres son las más afectadas por las restricciones en el comercio, el turismo y el trabajo doméstico. Esta última rúbrica nos introduce al sector informal. «En ese sector las mujeres están sobre representadas”, dice Llobregat.
Los peligros
El virus no conoce fronteras, el tema está a la vista. Desde ONU Mujeres se advierte una y otra vez del peligro de que esta crisis represente un retroceso en cuanto a derechos de la mujer. ¿En qué medida?
«Recibimos el coronavirus con desigualdad”, explicaba en un seminario de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), Elizabeth Gómez, ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad de Argentina. El 75% de las mujeres trabajaría, según sus datos, en la informalidad, lo cual sería un 17% del mercado laboral del país.
«Cuidados» es el término clave. Al respecto, las preguntas son: ¿quién cuida de los niños que tienen que hacer escuela en casa? ¿Quién cuida de los mayores que no pueden acudir a los centros de asistencia? ¿Quién vela por los enfermos? Y también: ¿cómo suplantar ese ingreso «informal” que no se puede generar por el confinamiento?
Tanto en América Latina como en la Unión Europea, cada Estado está dando respuestas, diferentes, a esta nueva realidad. Desde campañas a favor de la corresponsabilidad, subsidios para independientes, apoyos a trabajadoras sexuales, hasta a reconocer el invisible trabajo doméstico que se realiza, en promedio europeo, mayormente -en un 70%- en la informalidad.
Desde la SEGIB, Rebeca Grynspan, su secretaria general, advierte del riesgo de que la nueva situación -pérdida de ingresos, suspensión de contratos- se vuelva la regla en la «nueva normalidad”. Aboga, junto con ONU Mujeres, por el reconocimiento del «cuidado” como un bien público.
Un buen momento en medio de la crisis
Para este llamamiento, el momento es idóneo. Tanto porque la COVID-19 ha resaltado la labor de los trabajadores de este sector, como porque la UE está negociando en estos días el presupuesto para los próximos años. (2021-2017). En ellos se incluye la cooperación internacional en estos temas.
La pregunta es ahora en qué medida se contemplará esto, el llamado enfoque de género, en el presupuesto que se plantea para el 2021-2027 (87 mil millones de euros para desarrollo y 5 mil millones de euros para ayuda humanitaria), teniendo en cuenta que América Latina no está entre los beneficiarios prioritarios.
En esa medida, EU-LAT Network insiste en que, desde Bruselas, no se ceje en el reclamo por acabar con la impunidad en la violencia de género, más aún en esta situación. A mediano plazo, concluye Llobregat, «empezando por que se posibilite el intercambio virtual, querríamos apoyo a la sociedad civil, que es la que está trabajando en el terreno”.
Fuente: El Mostrador