Constituidas como en marzo de 2019, el colectivo Autoras Chilenas (Auch!) ya agrupa una multitud de mujeres dedicadas a distintas expresiones de la escritura. En este espacio confluyen figuras consolidadas y también autoras que dan pasos aun no masivamente conocidos en esta área. «Nos mueve el deseo de reparar la desigualdad histórica que las mujeres han vivido en nuestra área y también las ganas de celebrar la escritura hecha por mujeres, potenciándola y visibilizándola», declaran en su manifiesto y ya al cabo de más de un año de trayectoria han realizado una serie de acciones en tal sentido.
En una carta dirigida a la Ministra de las Culturas, Consuelo Valdés Chadwick, fechada 27 de septiembre de 2019, consignan hechos como «que en la conformación de jurados de los fondos concursables no siempre se cumple la paridad de género», que «en un ámbito estrictamente literario, en la entrega de resultados de los Fondos de Creación, las mujeres nos hemos visto en desventaja: respecto de los hombres, las mujeres presentan un 40% más de proyectos declarados como «No legibles» y se ha dado cuenta, también, que no solamente postulan menos que estos, sino que también son peor evaluadas […] En el caso del Fondo del Libro y la Lectura 2017, la única línea de creación literaria en la cual las mujeres obtuvieron más proyectos que los escritores varones fue en literatura infantil, reforzando el estereotipo asociado al género […] En términos nacionales, un 65,9% de las Becas de Creación Literaria del Fondo del Libro durante el año recién pasado, fueron adjudicadas por hombres versus un 34,1% a manos de las mujeres. También es de nuestra preocupación la concentración de estos premios adjudicados por género y territorio.»
Recientemente han emprendido una campaña de denuncia y presión hacia distintas instituciones orientada a corregir el sesgo patriarcal que aun persiste en la composición de jurados y la entrega de los premios literarios, particularmente en el Premio Nacional. En su comunicación, informan que de las 54 premiaciones realizadas, solo cinco escritoras lo han obtenido: cuatro narradoras -Diamela Eltit (2018), Isabel Allende (2010), Marcela Paz (1982), Marta Brunet (1962)- y una poeta: Gabriela Mistral (1951), dejando a muchas autoras merecedoras de este galardón al margen de adjudicárselo.
Carmen Andrea Mantilla, integrante de Auch!, en su informe Índices de feminización de la premiación de obras literarias en Chile indica que lo ocurrido con el Premio Nacional de Literatura representa la situación de otras premiaciones, por ejemplo la del Premio Municipal de Literatura de Santiago, el más antiguo del país, que desde 1934 ha tenido 79 versiones, de las cuales solo en el género de poesía, se han distinguido las obras de 71 escritores y 12 escritoras. Otro caso es el Premio Mejores Obras Literarias del Ministerio de las Culturas, en tanto, desde su primera versión en 2009, 75 han sido los escritores distinguidos, mientras que lo han sido 23 escritoras.
El Premio Nacional de Literatura se ha otorgado anualmente desde 1942 hasta 1973, cuando se suspendió su entrega para posteriormente establecer su bianualidad en 1974 por la Junta Militar. Junto a ello se ha establecido que sus premiaciones se alternen entre poesía y narrativa, siendo este 2020 el que correspondería a premiar el primer género.
El reclamo de Autoras Chilenas ha servido para visibilizar y promover la toma de posiciones respecto a diversas arbitrariedades normalizadas en un contexto de cultura patriarcal. Angela Neira-Muñoz, escritora, docente y directora de Ediciones Mujeres Puño y Letra, además de vocera del colectivo Autoras Chilenas, ha respondido las preguntas de Resumen respecto a algunas aristas de este problema, adelantando que, luego de reuniones con el Ministerio de las Culturas, «el único avance concreto es que en la conformación de jurados para los Premios literarios 2020 ya tenemos un 50% de mujeres tomando decisiones. ¡Es un logro histórico!»
-En No es amor, es trabajo no pagado. Un análisis del trabajo de las mujeres en el Chile actual, una reciente publicación de Fundación Sol, se visibiliza el fenómeno de pobreza de tiempo que afecta en una proporción ostensiblemente mayor a mujeres que a hombres. Concretamente, las mujeres sufren mucho más carencia de tiempo para sí mismas y así dedicarlo al ocio, al descanso y su propio cuidado. Sería oportuno que para abrir este espacio, te pudieras referir a cómo se vincula esta circunstancia con el ejercicio escritural de mujeres y lo que se conoce como literatura en general.
Quiero señalar que escribir es una labor intelectual-pensante y con pulsiones diversas que deben ser organizadas. Para ordenarlas en un texto, se necesita tiempo. Por lo tanto, ser mujer y escritora es una tarea compleja si consideramos las dobles y triples jornadas: las externas, las domésticas y el cuidado de hijas/os, familiares y las relaciones sociales-políticas.
Las autoras desarrollamos nuestros procesos creativos de manera paralela al trabajo remunerado, que en un gran porcentaje es de docencia, consultorías, proyectos, talleres literarios. Y si sumamos las labores de cuidado, que se han instalado como «propias» de las mujeres, o sea, que son inherentes a nuestra existencia, por lo tanto, no son pagadas, además de los sueldos cada vez más precarizados en el área de «servicios», como es la educación y la cultura, el resultado es nefasto.
La ya clásica frase » por amor al arte», en definitiva, es trabajo gratuito, y las escritoras lo vivimos a diario, pues nos encargan columnas de opinión, reseñas de libros, prólogos, comentarios críticos, entre otros escritos, sin embargo, nadie se hace cargo de consultar cuánto vale tu hora de escritura o de preparación de ideas, y si nosotras preguntamos, en general, te responden que «no hay presupuesto».
Por otro lado, nos invitan de diversas instituciones a participar de seminarios y conversatorios, no obstante, es común que el tema «honorarios» lo soslayen. No se considera que para dar una charla, aunque sea una hora, se requieren años de estudio,lecturas, experiencia. Realizar un taller literario es trabajo, participar en un panel de discusión es trabajo, dar una conferencia es trabajo. Pero en Chile no se paga, no es un «item». Y si lo pensamos en contexto, esto es muy conveniente para el capital, pues las mujeres, además de sostener la vida familiar, doméstica y social, construimos el tejido cultural casi de manera gratuita. Mencionar en nuestro caso que si publicamos nuestras obras, tenemos «el beneficio» de los derechos de autor/a, pero equivalen sólo al 10%. Ganan las imprentas, ganan las editoriales, ganan las librerías, menos nosotras, y esto es escandalosamente injusto.
-En su manifiesto proclaman: Ya no nos basta el cuarto propio. Háblanos de la trayectoria que han tenido sus discusiones y qué representa esta afirmación para el colectivo.
Significa que si bien «el cuarto propio» nos aporta tranquilidad para escribir, y es un piso mínimo para nuestro desarrollo intelectual, no es suficiente cuando ganamos sueldos 37% menos que los hombres (en el sector privado esta cifra crece incluso a un 50%).
No es suficiente el «cuarto propio» cuando las oportunidades para educarnos son desiguales, pues si bien tenemos cada vez un mayor acceso, éste se ve limitado por el tiempo que se debe destinar a las labores de cuidado (no pagadas). Por otro lado, recordar que en América Latina las violaciones a niñas ocurren a diario, y sin derecho a aborto, el embarazo también es causa fija de abandono de la escuela, por lo tanto, del espacio social que muchas veces funciona como vía de escape para las que no tienen su «cuarto propio»en casa.
Además, no olvidar que la educación en Chile es altamente sexista; los oficios y profesiones de mayor valoración social, económica y política siguen siendo privilegio de ellos. Nosotras, todavía estamos luchando para decidir respecto a nuestros cuerpos, mientras los hombres toman decisiones sobre el mundo.
«El cuarto propio» es una especie de programa que nos dejó Virginia Woolf, por eso es importante que cada mujer tenga la posibilidad de construir y vivir su espacio y tiempos creativos en absoluta libertad. Desde mi perspectiva, es urgente que cada mujer en cualquier lugar del mundo tenga la certeza de poder salir y entrar de sus «cuartos propios» sin miedo. Ya es hora de que el tiempo que destinamos a cuidarnos y a sobrevivir sea transformado en un tiempo para crear nuestras «bibliotecas propias», «nuestras emociones e historias propias», y para esto, sin duda, necesitamos una educación laica, no sexista, situada, justa, es decir feminista.
-También han insistido en la composición diversa del Colectivo y en la adopción de mecanismos que contribuyan a gestionar sus trabajos bajo un principio horizontal. Cuéntanos, cómo fueron perfilando su carácter y qué decisiones, a tu juicio, han sido fundamentales en ese sentido.
Cuando nos reconocemos y nombramos como colectivo feminista implica un trabajo político horizontal sin estructuras fijas o jerárquicas. Nos comprometemos y decidimos en el dinamismo de la conversación. Nos sabemos distintas, y eso es justamente lo que enriquece nuestro activismo, pues escuchamos y leemos cada punto de vista para orientar las decisiones. Nos tomamos el tiempo sin apuros, priorizamos el diálogo.
Nombrarse feminista es una gran responsabilidad con nosotras, con las que nos antecedieron y con las futuras escritoras. Por eso decidimos que nuestros modos de operar deben ser otros, más amables y sin competencias para alejarnos lo más posible del modelo salvaje neoliberal que impera en Chile. Sabemos que de manera colectiva avanzamos con mayores certezas y seguridad, sabemos que nos necesitamos y por eso nos juntamos. Tenemos un discurso y una práctica; una democracia feminista. Trabajamos en comisiones, según nuestros intereses más urgentes, respetando las individualidades, por el bien del colectivo y de lo que buscamos afuera.
-Han iniciado una campaña orientada a corregir sesgos patriarcales en la adjudicación del premio nacional de literatura. ¿Qué medidas creen necesarias y de implementación inmediata orientadas a corregir esta discriminación?
Antes que todo evidenciar que las mujeres estamos en una constante desventaja cultural y social. No sólo se trata de premios, sino del aporte simbólico que significa ser nombradas en libros de clases, bibliografías, catálogos de arte, bibliotecas. En síntesis, apelamos a la reflexión crítica sobre «lo que no se nombra no existe» y los ecos de este mecanismo de borradura y aniquilación de las mujeres, pues si no se dan a conocer a las escritoras, es lógico que no serán leídas sus poéticas y propuestas discursivas. Cada libro es un saber, y si no hay lectura, entonces estamos perdiendo la mitad del pensamiento e intelectualidad del mundo.
Pretendemos invertir la disparidad de las estadísticas. La forma de impulsar este objetivo es apoyar a las candidatas a través de la difusión y circulación de su obra a fin de equilibrar los números y lograr que el prestigio y los beneficios de los premios también sean nuestros.
-Dentro de Auch! hay una comisión encargada del trabajo de cambiar los cánones de selección de obras incluidas en los planes lectores del sistema escolar chileno, hasta ahora sometidas a un sesgo de género. Explícanos qué ocurre, quiénes articulan los planes de lectura para estudiantes, si sus criterios son discutidos en alguna instancia y si se hacen públicos. Finalmente, infórmanos de las acciones que han emprendido desde el Colectivo al respecto.
La comisión de educación tiene como gran ítem inicial de trabajo el cambio de cánones en el marco de lecturas obligatorias y complementarias en la educación escolar chilena, para lo cual se hace revisión de lo que se ha establecido en el CRA (Centro de recursos de aprendizaje), el Fondo del libro y las bibliotecas públicas como referencia. Su gran interrogante es: ¿qué leen los estudiantes en Chile? Se suman otros cuestionamientos: ¿Cuáles son los criterios de selección de las lecturas sugeridas por el Mineduc? ¿Cómo se abordan los enfoques de género en las lecturas? Están en la tarea de revisar los planes y programas del Mineduc para evaluar cómo las políticas de género se abordan en el currículo nacional. Además, revisan las lecturas sugeridas por el Mineduc en cada nivel de aprendizaje con el fin de conocer la cantidad de autores y autoras presentes en el currículo.
-En diversas intervenciones afirman la existencia de un vínculo entre las acciones de mujeres anteriores y ustedes, sería muy interesante que te pudieras referir a cómo se expresa este vínculo, qué hechos son demostrativos de ello.
Las feministas nos reconocemos en el colectivo y en el relevo de nuestras actuancias, pues la tarea de avanzar es difícil cuando tienes todo en contra; el sistema político, económico, religioso. Entonces, cada acción viene a colaborar con lo ya iniciado por nuestras ancestras. Por ejemplo, la lucha por decidir sobre nuestros cuerpos y formas de amar en absoluta autonomía, la lucha por vivir en una sociedad libre de violencias, la lucha por una educación e historia que nos nombre, la lucha por la libertad; son demandas que no han perdido vigencia, porque por cada avance, el patriarcado se repliega y nos golpea con más fuerza y misoginia. Esto lo vemos en todos los ámbitos del poder; la justicia (los jueces son en su mayoría hombres que deciden desde sus propios intereses; las religiones (y sus múltiples restricciones reflejadas aún en las escuelas y en toda la sociedad); la política (en general, los parlamentos y presidentes en el mundo son hombres ocupados de defender sus sistemas económicos). En consecuencia, nuestra labor es como una «posta» entre mujeres; un puesto, una estación, un turno que nos pasamos para no cansarnos, porque sabemos que juntas, y con la memoria de las que nos antecedieron, podremos continuar.
Fuente: Resumen