La participación del animal en la investigación se remonta a 2016, años antes de la aparición de la COVID-19, cuando el equipo estudiaba dos coronavirus anteriores: SARS-CoV-1 y el MERS.
La búsqueda de un tratamiento efectivo frente a la COVID-19 lleva a los investigadores a no descartar ninguna posibilidad y así un equipo ha encontrado un aliado poco habitual en su trabajo, los anticuerpos producidos por las llamas.
Un estudio que publica la revista Cell firmado por investigadores de las universidades de Texas (EE.UU) y Gante (Bélgica) abre una posible vía de tratamiento del SARS-CoV-2 gracias a anticuerpos procedentes de las llamas, mamíferos artiodáctilos, para crear otro nuevo.
Los investigadores vincularon dos copias de un tipo especial de anticuerpo producido por las llamas para crear uno nuevo “que se une firmemente” con la proteína Spike (S) del coronavirus, que es clave para que este pueda penetrar en las células humanas.
Las pruebas iniciales “in vitro” indican que el nuevo anticuerpo bloquea a los virus que tienen en su envuelta la proteína Spike para que no infecte a células en cultivo, según explica la Universidad de Texas en un comunicado.
Uno de los firmantes principales del estudio, Jason McLellan de la Universidad de Texas destacó que “este es uno de los primeros anticuerpos conocidos para neutralizar el SARS-CoV-2″, que causa la Covid-19.
El equipo se está preparando para realizar estudios preclínicos en animales como hámsteres o primates no humanos, con la esperanza de realizar en un futuro pruebas en humanos, con el objetivo es desarrollar un tratamiento que ayude a las personas poco después de la infección con el virus.
Las vacunas deben ser administradas uno o dos meses antes de la infección para proporcionar protección, mientras que las terapias de anticuerpos son eficaces tras la administración y pueden emplearse para tratar alguien que ya está enfermo para disminuir la gravedad de la enfermedad”, explicó McLellan.
Además, consideró que “podría ser especialmente útil” para grupos vulnerables, como las personas mayores, que tienen “una respuesta modesta a las vacunas, lo que supone que su protección puede ser incompleta”.
El sistema inmunológico de camélidos como la alpaca, al detectar la presencia de bacterias y virus, producen dos tipos de anticuerpos; uno es similar a los anticuerpos humanos, pero el otro es de mucho menor tamaño.
Este segundo tipo, llamado anticuerpos de dominio único o nanobodies, pueden ser nebulizados y usados en un inhalador, lo que los hace “potencialmente muy interesantes como medicamento para un patógeno respiratorio, porque se pueden administrar directamente en el lugar de la infección”, según Daniel Wrapp del equipo de la Universidad Texas.
El equipo trabajó con una llama de nombre Winter, de cuatro años y que vive en una granja en Bélgica junto a otras 130 llamas y alpacas.
La participación del animal en la investigación se remonta a 2016, años antes de la aparición de la COVID-19, cuando el equipo estudiaba dos coronavirus anteriores: SARS-CoV-1 y el MERS.
En un proceso similar al de los humanos, que se vacunan para inmunizarse contra un virus, Winter recibió inyecciones de proteína Spike estabilizadas procedentes de esos coronavirus durante seis semanas.
Los investigadores recogieron muestras de sangre y aislaron los anticuerpos que se unieron a cada versión de Spike y uno de ellos se mostró “muy prometedor” para el SARS-CoV-1.
Sobre esa base, el equipo ha diseñado ahora un nuevo anticuerpo que “se muestra prometedor” para el tratamiento del actual SARS-CoV-2 al vincular dos copias del anticuerpo de llama que funcionó contra el anterior virus del SARS