En mi anterior artículo hubo algunos desajustes de orden semántico que quise corregirlos, pero, la reacción fue tarde, el apunte ya estaba en prensa.

Ante todo hay una enorme preocupación en las prensas informativas por las perspectivas mundiales. Se abre o no, una nueva época, esa es la disyuntiva inquietante. Unos hablan del “socialismo” chino tipo Teng-Xi. Otros deambulan en las tesis que difunden los laboratorios ideológicos del pentágono: post capitalismo, post modernismo, etc.

No hay que olvidar que tras los hechos de 1973 cuando el sistema se desliza a un ciclo económico largo depresivo, el porvenir estaba encaminado hacia una profunda inflexión que inevitablemente debía anclar en una nueva situación mundial.

Esto implicaba claridad en la historia, claridad en lo que ocurría en el mundo, sobre todo, desde el año 2008 pasando por 1973 tal como está señalada más arriba. Y en estos últimos tramos, desde finales de 2016 cuando implosiona la arquitectura del dominio imperialista occidental (finales del 2016) y totalmente aclarada en octubre de 2017 cuando el ejército estadounidense es derrotado en la península coreana, que como sabemos de inmediato condujo a la apertura de una nueva situación mundial que entre otras ya avanzaba bajo una nueva estructura económica capitalista mundial con China como máxima potencia capitalista seguida por Estados Unidos, India, Japón, Alemania y Rusia, además, con una Rusia como máxima potencia militar del mundo y, cuatro principales potencias militares encabezadas por Rusia, seguida por Estados Unidos, China y la RPDC. Todas estas enseñanzas jamás debieron haberse olvidado.

Por supuesto la respuesta de la vieja burguesía estadounidense a todos estos cambios ha sido un rotundo rechazo, porque sencillamente aquellos cambios la estaban hundiendo, primero, su economía y, luego, su hegemonía mundial y, sobre todo, al no haber podido definirlo directamente con las fuerzas de Rusia y China por su inmenso terror al armamento nuclear, ha estado incendiando el planeta desde finales de 2016 tratando de recuperar aquel poder y hegemonía mundial. Sus provocaciones han sido persistentes, particularmente muy graves desde la llegada de Donald Trump (enero de 2017) a la Casa Blanca y cuyo gobierno se ha caracterizado por ser un régimen de claro tinte fascista que ha ensangrentado el planeta entero.

Entonces esto ha conducido a un importante agolpamiento de los acontecimientos mundiales con un clímax máximo que sacude el planeta y exige su pronto desembalse. Esto fue muy claro desde finales de 2019 cuando a nivel mundial estaba por explotar aquella acumulación de las graves contradicciones capitalistas por las incapacidades de las tres más grandes burguesías por dirimir sus situaciones.

Sencillamente era una situación, cuya raíz se extendía hasta el año 2010 cuando se impuso la multipolaridad, lo recalco nuevamente, exactamente cuando Estados Unidos fue incapaz de definirla directamente con las otras dos superpotencias (Rusia y China) porque ya estaba disminuida, incluso militarmente, aceptando entonces, de facto, la paridad estratégica.

Como sabemos, luego se consumó el ataque bacteriológico orientado a destruir lo más importante de las fuerzas productivas, que en este caso era la fuerza de trabajo, también cortar el avance económico de China. Así concretaron aquel complot. Fue una acción desesperada. No olvidemos los miles de intelectuales y científicos que están a su servicio. El pentágono y sus laboratorios de la guerra estaban en una febril actividad.

Después de aquel mortífero día (noviembre de 2019, ataque bacteriológico), podemos decir con absoluta certeza que sus consecuencias fueron verdaderamente monstruosas e increíblemente insoportables para el proletariado, los maestros, oficinistas, médicos, enfermeros, estudiantes y seres humanos que viven, el día a día, es decir, las inmensas masas que pueblan el globo terráqueo. Fue una situación sin precedentes en la historia del sistema capitalista mundial. Los países entraron en colapso en sus exportaciones e importaciones. Se han venido abajo los suministros de bienes y servicios. El comercio mayorista y minorista llegó a una completa reducción. Mientras de Este a Oeste y de Sur a Norte del planeta avanza una gigantesca ola de despidos. El empobrecimiento de los pueblos es muy grave. Muchos hablan de una mortal hambruna que recorre como un fantasma el planeta.

El proletariado, principal componente de las fuerzas productivas, ha sido el más afectado. Se podía decir, está mortalmente afectado A la sazón es la principal fuerza paralizada. Por supuesto en las relaciones este-oeste, la parálisis de la economía mundial y el proceso de reagrupamiento de poderes, conducen inevitablemente a una tensión muy fuerte. Los riesgos bélicos se hacen realidad. Esto puede observarse en los movimientos de tropas y armamentos que en este mismo momento (julio de 2020) están produciéndose en el mar meridional de China, en Siria, el Golfo Pérsico y Venezuela, tal vez sean preludio de un nuevo ataque del Pentágono. Por eso, aunque a algunos les molesta, las advertencias están lanzadas.

Sin embargo, tras aquel ataque, la apertura de un nuevo ciclo económico no tuvo resultados, por el contrario estaba desembalsándose una nueva gran depresión económica (2020), llevando con ello a un agolpamiento aún más intenso de los hechos y convirtiéndose a partir de esos momentos en terriblemente insoportables para todas las burguesías, sobre todo, muy fuertes para la vieja burguesía estadounidense.

Vuelvo a recalcar que este es un proceso muy complejo y profundo que ha venido avanzando como consecuencia de los graves hechos que estaban sucediéndose en el plano de la economía mundial. Es un hito que se da en una determinada coyuntura al que normalmente asumen los hechos de acuerdo a las leyes económicas para dar paso a una nueva situación que en términos marxistas es movimiento, contradicción y cambio. Esto enseña que la situación mundial debe observarse siempre de acuerdo a las leyes capitalistas y, con ello, reluce, de por sí, la relevancia extremadamente importante de la base económica que en la actualidad avanza con unas fuerzas productivas en abierta rebelión y cuyo desarrollo está fuera de la voluntad del hombre. En este caso, todo esto ocurre en una coyuntura de definiciones históricas del que hemos venido hablando en extenso en anteriores artículos.

Cierto, aquel proceso ha sido constante, el asunto es que ahora, tras la llegada a ese máximo nivel, sus fuerzas se han quintuplicado y se han vuelto monumentales que en este momento están arreciando contra el gran poder que por varias décadas tuvo el imperialismo estadounidense y le están exigiendo sus plenas definiciones que en esencia se resumen en: o pasar a la confrontación directa con las fuerzas armadas de China y Rusia o aceptar la trascendencia de aquellas dos superpotencias.

En ese marco, existen en este momento cuatro hechos muy importantes que están presionando muy fuertemente a la vieja burguesía estadounidense y que al parecer están apurando sus siniestros objetivos en el marco de una clara coyuntura de desestabilización mundial iniciado a finales de 2019:

Primero, el plazo que se dio Israel bajo presión del Pentágono a fin de anexionarse parte de Cisjordania (partes del territorio ocupado de Palestina en el valle del Jordán) que empezó, según las declaraciones del primer ministro Benjamín Netanyahu, el 1 de julio de 2020.

Segundo, en octubre de 2020 concluye el período de embargo impuesto por el Consejo de Seguridad de la ONU sobre el suministro de armas a Irán. Aquello está especificado en el acuerdo nuclear firmado entre Irán y los cinco miembros permanentes del CSNU (Inglaterra, Estados Unidos, China, Francia y Rusia) y Alemania en 2015, en el que existe un artículo aclarando que cinco años después, es decir, el 18 de octubre de 2020, terminaba aquel embargo.

Tercero, el 3 de noviembre deberá realizarse las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos. Aquí Donald Trump se juega su segundo mandato.

Cuarto, el 5 de febrero del 2021 llegará a su término el acuerdo nuclear STAR III firmado en 2010 entre Rusia y Estados Unidos en Praga (República Checa) entre Barack Obama como presidente de Estados Unidos y Dimitri Medvédev como presidente ruso. Con este acuerdo se daban por superados los anteriores Start I, firmado en 1991, al final de la guerra fría, y Start II, alcanzado en 1993. El STAR III es un acuerdo que reducía el arsenal atómico en dos tercios, limitaba el número de ojivas nucleares desplegadas en los dos países a 1.550 en cada uno, y el número de misiles balísticos intercontinentales.

Estos son hechos que presionan terriblemente a la burguesía estadounidense y cuadran perfectamente con los esquemas estratégicos militares que señalan que después del ataque bacteriológico y la parálisis de la economía mundial, como es en este caso tras el ataque bacteriológico, puede imponerse la acción armada. Es bajo esta estela de presiones que se desliza la actual coyuntura de desestabilización mundial, cuyo desenlace puede terminar, según las pretensiones del Pentágono, con el ataque nuclear sobre Irán y/o la ocupación de Venezuela. Esto precisamente porque el mayor riesgo, de acuerdo a la geopolítica mundial actual, está fijada sobre el Golfo Pérsico y Venezuela por ser grandes reservorios del petróleo, pues, los mayores traficantes de la guerra que controlan al milímetro el siniestro aparato estatal estadounidense son las burguesías con intereses mayoritariamente en los sectores de la energía de los fósiles y opuestas a toda revolución industrial.

Sin embargo, como hemos venido señalando desde hace un buen tiempo, el recambio del poder mundial ya está en proceso. La burguesía estadounidense ya nada puede hacer para retrotraer la nueva situación mundial, pues, la presión y fuerza de aquellos cambios ya son muy fuertes y sumamente aplastantes. Ejemplos: China es la primera potencia capitalista. Rusia es la primera potencia militar del mundo. La RPDC es una gran potencia nuclear con misiles intercontinentales que muy bien pueden impactar en territorio estadounidense. Irán es una potencia regional con importante armamentística estratégica, sobre todo, de misiles que hasta cuando escribo estas notas mantiene a raya al decadente imperialismo estadounidense. En esto debe ser muy importante la firmeza, firmeza de los países y regiones que están en riesgo de agresión. Por lo menos, la firmeza, firmeza, ya resuena en el mundo entero.

Entonces de lo anterior resulta que desde el año 2010 Estados Unidos ha estado siendo arrastrada junto con todas sus provocaciones en un proceso de recambio mundial lento y evolutivo y, que desde aquellos años lo habíamos graficado como el traslado del poder mundial de Washington a Pekín.

Esto por supuesto supone un recambio mundial, libre de la confrontación directa entre las tres superpotencias capitalistas, es decir, un recambio sobre la base de las colusiones. Y, a partir de ahí, lo que quedaba a esta burguesía (estadounidense) era aceptar aquel desenlace que estaban indicándole tanto las leyes capitalistas como la misma geopolítica mundial en el sentido de reconocer a Rusia y China como importantes protagonistas de la nueva situación mundial.

Y al parecer esto es lo que va imponerse, como ocurrió en 1991 en Rusia, es decir, recambios mundiales capitalistas sin ingresar al conflicto armado directo entre las tres superpotencias.

Sin embargo este proceso lento o evolutivo de traspaso del poder mundial, es muy riesgoso, sobre todo, cuando Rusia y China tienen exageradas contemplaciones con las provocaciones de aquel país (Estados Unidos). Estos países creen equivocadamente que el recambio mundial va producirse solo a base de colusiones. Así, Rusia y China definitivamente no tienen ni tácticas ni estrategias para frenar las fanfarronadas del viejo ejército estadounidense. Quieren enfrentarla con las mismas estrategias del viejo ejército, cuyas amenazas, con armamento convencional obsoleto, incluso han llegado hasta sus propias narices (fronteras), cuando de frente debían plantarla el armamento nuclear, como lo hizo la gran RPDC. Aquello salta incluso olímpicamente por encima de la enormemente importante alianza estratégica militar que existe entre ambas superpotencias.

Entonces para China y Rusia este proceso de recambio mundial implicaba una estrategia que debía encaminarse sobre la base de la firmeza, entre los acuerdos (colusiones) pero plantándole de frente el armamento nuclear en el caso de unas exageradas provocaciones de la parte estadounidense que como sabemos hace gala de su obsoleta armamentística convencional.

Sin embargo tras aquellas incapacidades de China y Rusia, este proceso evolutivo de traspaso del poder mundial, es muy peligroso y sumamente riesgoso para los países que no tienen armamento nuclear. Ejemplo, lo que sucede en Siria, en el que está alargándose el genocidio por las componendas y colusiones entre Estados Unidos y Rusia que no permite a Siria una armamentística adecuada para resolver la agresión. Esto lo hemos denunciado en su oportunidad, incluso escribí un artículo publicado el 14 de septiembre de 2016 (1).

Por el lado de China, aquella sigue comprando los bonos estadounidense favoreciendo las guerras criminales de este país y últimamente anda preocupada porque no se corten las líneas internacionales del comercio o lo que algunos llaman “desacople económico entre ambos países”, una situación que nada tiene que ver con las necesidades del pueblo chino, sino, que solo favorece a los grupos monopólicos que controlan el poder de este país (China), demostrando con esto, un comportamiento netamente de país imperialista con claros signos de búsqueda de la hegemonía mundial.

Veamos:

“Las declaraciones del jefe de la Casa Blanca aparecen luego de que el representante de Comercio Exterior estadounidense, Robert Lighthizer, descartara un desacople económico entre ambos países, frente al Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara Baja local. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó este jueves que la ruptura de las relaciones comerciales entre su país y China sigue siendo una opción, luego de que la pandemia de Covid-19 elevara nuevamente la tensión entre las dos naciones en los últimos meses. «No fue culpa del embajador Lighthizer (ayer en el Comité) en el que tal vez no fui claro, pero EE.UU. ciertamente mantiene una opción política, bajo varias condiciones, de una separación completa respecto a China. ¡Gracias!», escribió Trump en su cuenta de Twitter” (2).

Y más aún, la carrera armamentística en la que están enfrascadas las tres superpotencias capitalistas del momento (China, Estados Unidos y Rusia) complica aún más aquel proceso. Las tecnologías militares avanzan al amparo de verdaderos secretos de Estado. Existen entre ellas verdaderas murallas completamente infranqueables. Aquello se ha vuelto muy intenso del momento de la perdida de la hegemonía mundial estadounidense a finales de 2010.

Por supuesto, con esto no niego que todo este proceso corre inserto en las leyes capitalistas en las que se mueven las tres superpotencias capitalistas y el sistema en general, lo cual está fuera de toda duda. Por eso soy muy claro en lo que refiere a las perspectivas mundiales que en la actualidad ha ingresado a la apertura de la gran era de la lucha y victoria de los pueblos oprimidos. Esto es como parte de la tendencia general de los pueblos al que lo ha conducido el sistema capitalistas con toda su secuela de opresión y explotación que entre otras significa, una nueva época en sus luchas. No es por gusto la tesis establecida en la línea de las enseñanzas de los grandes maestros del proletariado, que tras el impasse de la fase depresiva y el entrampamiento histórico del sistema capitalista, se haya ingresado hoy a una nueva coyuntura de definiciones históricas. Así el devenir histórico mundial es implacable. Aquello marca con fuego el accionar de las crueles burguesías. Esto es determinante en el curso de la historia que se aproxima.

Por Enrique Muñoz Gamarra

Fuente: Kaosenlared.net

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