Escazú es el primer acuerdo ambiental de América Latina y el Caribe, y el único en el mundo, que contiene disposiciones para proteger a las personas que luchamos por defender nuestro hogar común y que, por hacerlo, arriesgamos nuestras vidas. Y el gobierno de Piñera se niega a firmarlo. Hemos recibido amenazas por nuestro activismo ambiental y nuestras vidas están en peligro. Un síntoma de que algo anda mal en esta democracia.
No es fácil hacer activismo ambiental en Chile.
Por definición, el activismo es la acción que se realiza con el fin de efectuar un cambio de índole social o político, normalmente posicionada a favor de una postura concreta en las comunidades.
El activismo ambiental tiene como base la protección de la naturaleza y el respeto de los derechos de la misma. Sin embargo, estos derechos no están recogidos en la Constitución de nuestro país, por lo cual somos las y los activistas quienes debemos luchar para que estos se respeten.
En Chile el activismo se vive de forma voluntaria e, incluso, como un estilo de vida. No obstante, nuestro trabajo casi siempre es mal recibido por las empresas que pretenden instalarse y destruir nuestros territorios, quienes en muchos de los casos prefieren la violencia antes que el diálogo.
Cuando luchamos por defender la vida y defender los ecosistemas, las y los activistas ponemos en riesgo nuestras propias vidas. Las fuerzas de orden nos amedrentan, los medios de comunicación tradicionales nos cierran las puertas en nuestras caras y las grandes empresas nos amenazan y hostigan sin cesar.
Para que los cambios se produzcan, es necesario brindar un espacio seguro y propicio para que quienes promovemos y defendemos los derechos humanos en asuntos ambientales podamos actuar sin amenazas, restricciones e inseguridades.
Luchar por la salud de las personas y del planeta no puede seguir siendo un riesgo, sino más bien un derecho fundamental que todas y todos pudiéramos ejercer.
Por todo ello, necesitamos, demandamos y exigimos que el gobierno de Sebastián Piñera escuche a las comunidades y a las y los activistas que hoy corremos peligro porque nuestro país se ha negado a firmar el Acuerdo de Escazú, que justamente asegura que se reconozcan, protejan y promuevan nuestros derechos fundamentales, entre ellos, nuestro derecho a la vida y a la libertad de opinión y expresión.
¿Hasta cuándo soportaremos que interfieran nuestros teléfonos por defender nuestros derechos?
Escazú es el primer acuerdo ambiental de América Latina y el Caribe, y el único en el mundo, que contiene disposiciones específicas para proteger a las personas que luchamos por defender nuestro hogar común y que, por hacerlo, arriesgamos nuestras vidas.
Hoy hemos recibido amenazas, intervención de teléfonos, entre otras, y nuestras vidas estén en peligro por luchar por una transición justa hacia el país que soñamos. Es un síntoma de que algo anda mal en nuestra democracia.
Desde los territorios no permitiremos que sigan vulnerando nuestros derechos, que se nos persiga ni se nos amedrente.
Para que luchar no nos cueste la vida, queremos y necesitamos ¡Escazú ahora!
Fuente: El Desconcierto