¿Qué es ser mujer hoy en día? Ya nos han dicho durante los últimos años que el sexo no es lo mismo que el género y que ser mujer no es sinónimo de ser madre. Nos han explicado que podemos trabajar, que los roles han cambiado, que somos iguales. Además, luego de creer por siglos que el género estaba dado por el sexo, la biología, la anatomía, hoy, sabemos que lo femenino y lo masculino son categorías construidas socialmente y, justamente, a partir de esto es que pueden también de-construirse para abrirnos a nuevas y múltiples posibilidades de ser.
Ahora que entendemos que lo femenino y masculino son construcciones sociales nos toca deconstruir las antiguas construcciones para dar paso a las nuevas. Pero ¿cuáles serán nuestros nuevos referentes?, ¿qué imagen de mujer y de hombres queremos llegar a ser? ¿por qué parece en este proceso de nuevos modos de ser necesitamos a ese otro del otro sexo como el espejo opuesto? ¿Será que necesitamos de otros y otras para definirnos?.
Cuando las relaciones entre los sexos se construyen en torno al somentimiento del otro, a la lucha de poder, a definirse en opuestos como fuerte/débil, sujeto/objeto, dominante/dominado, sostenedor de hogar/ mantenida, la violencia aumenta, tal como ha ocurrido a consecuencia de la pandemia de COVID-19 y el llamado oficial “a quedarse en casa”. Es un hecho.
En Chile, la violencia intrafamiliar se incrementó drásticamente durante el confinamiento, registrándose en diversas comunas -en forma transversal social y económicamente-, llamadas a líneas de atención a víctimas que aumentaron en un 500 por ciento. ONU Mujeres ha advertido que las medidas de cuarentena, los espacios de vivienda reducidos, así como el estrés económico e intrafamiliar afectan sobre todo a las mujeres y niñas. Así, la violencia contra ellas se ha vuelto una pandemia casi tan letal como el Coronavirus.
Debido a la cuarentena, las mujeres no sólo están a merced de sus torturadores las 24 horas del día, sino que también carecen de lugares de refugio o contención, sin redes de apoyo social o de familia extensa. En Chile, el Ministerio de la Mujer lanzó un programa en línea para ayudar las y orientarlas durante la cuarentena, considerando que durante abril subieron en 63% las llamadas al fono de atención para violencia doméstica. Sin embargo, las medidas que puedan adoptarse por parte de los sistemas gubernamentales siguen siendo insuficientes y en esto como profesionales psicólogas y, por sobre, todo como mujeres de Humana Clinica no podemos quedar al margen.
El lugar terapéutico, como un lugar de encuentro en los tiempos actuales de Mujeres/ para mujeres, permite ofrecer ese espacio contenedor, de apoyo y acompañamiento. Un teléfono, una voz, una mirada trasciende y permite ofrecer un “no estás sola, estamos juntas”.
Si traspasamos esa dimensión de lo privado, en tanto mujeres, podemos llegar a hacer de una experiencia íntima algo comunicacional. Apoyar-nos, abrazar-nos, escucharnos. Contenernos pero también actuar, denunciar, por y para nosotras.
Reivindicar a la mujer es hacer visible una experiencia de dolor, es tomar la palabra y llevarla a la acción, la denuncia, la voz de una que se vuelve grito cuando es escuchada y acogida por todas. Podemos oír el llamado, al menos como mujeres, podemos hablar de mujeres para y por ellas, al menos para lograr ser oídas, abrirnos espacios y empezar a deconstruir y construir auqello que nos convoca, un nosotras, no las Otras.
Fuente: El Mostrador