Por Capucha Informativa
Desde el principio de la pandemia, el Ministerio de Educación (MINEDUC), ha adoptado múltiples medidas para sostener la continuidad de la educación en Chile, pero junto con estas iniciativas, ha surgido una interrogante en los sectores que conforman la comunidad educativa: ¿han sido realmente efectivas estas medidas en los diversos contextos sociales que habitan en la educación de nuestro país?.
La principal medida adoptada por la gran mayoría de los establecimientos educacionales ha sido implementar las clases online, pero estas mismas, no han escapado a las críticas y reclamos de gran parte del estudiantado, que mientras se tiene que ajustar a los problemas que la propia pandemia acarrea, deben también responder a los diversos conflictos que surgen por esta improvisada modalidad educativa.
Entre todas las problemáticas que podemos encontrar, la que más hace eco, es que lxs estudiantes no han estado recibiendo una educación adecuada y de calidad; la mayoría queda con dudas que no se responden correctamente, por lo que el aprendizaje es escaso y queda cojo. Los problemas en las diferentes plataformas que son utilizadas para la entrega del material de estudio, son una constante repetitiva. Entre este mar de casos, se encuentra; ausencia de material de estudio que debiera estar disponible en las plataformas, dudas sin respuesta por parte de los docentes, imágenes que tardan en cargar o simplemente no lo hacen, inconvenientes en los horarios de clases e incluso, la existencia de un caso de vínculos direccionados a sitios pornográficos, entre otros conflictos. Añadido a estos dilemas de las redes de estudio, lxs estudiantes identifican un mayor conflicto que engloba la desigualdad de posibilidades que existen para acceder a la información, conocimiento y a la educación mediante tecnología, este conflicto es la brecha educativa digital. Hay sectores de la población que poseen las condiciones económicas y sociales para acceder a las herramientas necesarias para una educación online idónea, y otros sectores que simplemente no las tiene. Situaciones como la caída del internet, o incluso no contar siquiera con internet para conectarse a clases.
Es fundamental tomar en cuenta la realidad de la gran parte de lxs alumnxs, considerando otras problemáticas cotidianas como el cuidado de hermanxs menores o adultxs mayores, la distribución y cantidad de dispositivos -computadores y/o celulares- entre las personas del hogar que los necesitan, el estrés provocado por las clases en el contexto de la crisis sanitaria y la situación de cesantía de lxs apoderadxs. Estas son sólo algunas de las muchas problemáticas de las cuales no se ha tomado conciencia por parte del gobierno, y que piden a gritos, se les dé una atención real. Hasta el día de hoy hay alumnxs que aún no reciben ningún tipo de material escolar.
Lo que ahora ocurre con lxs estudiantes secundarixs, también está siendo un conflicto entre las comunidades universitarias, puesto que han surgido las mismas dificultades. Situaciones como los malos tratos de un profesor de Derecho de la Universidad Católica hacia sus alumnxs, reclamando que “Aquí todos pueden ponerse a trabajar de meseros en un McDonald’s o qué sé yo para poder pagarse una conexión a Internet”, como respuesta completamente sesgada, a la situación de mala conexión a internet de algunxs de sus alumnxs, la continuidad de los pagos de aranceles de clases que originalmente fueron diseñadas como presenciales, la gran sobrecarga académica, la poca empatía por parte de las casas de estudio y un sinfín de cosas que no es coincidencia que se repitan.
El movimiento estudiantil y su participación hoy
Lo que sucede en este momento no es algo muy distinto a lo que venía pasando desde hace ya años; han sido muchas las ocasiones en las que lxs estudiantes han alzado la voz reclamando dignidad frente a todos los conflictos que les rodean, incluso, llegando a ser recordados los grandes levantamientos estudiantiles, como la memorable Revolución Pingüina. Las movilizaciones estudiantiles estaban latentes incluso antes de la revuelta social, ya se cumple poco más de un año del llamado a movilizaciones por el cambio curricular del mes de junio, luego vinieron las movilizaciones por la subida de los 30 pesos del metro, asimismo las manifestaciones contra la PSU.
Ahora, en plena pandemia, las opiniones están divididas, puesto que algunos mencionan que el movimiento estudiantil no volvería con la misma fuerza que había adquirido en tiempos de revuelta social, y que en cambio, simplemente serían unos pocos los que saldrían nuevamente a ser parte de las movilizaciones, mientras que desde el otro lado de la vereda, para lxs que se manifiestan, la postura es que sí volverán con fuerza, puesto que no sólo es el reclamo de ellxs, sino que es, al igual que lo que veíamos en el pasado 18 de octubre, la reivindicación de lxs tantxs que han sido afectadxs por las nulas medidas del gobierno, basadas en la protección del interés económico de los grandes grupos económicos.
Actualmente, son diversas comunidades estudiantiles quienes han comenzado a manifestarse mediante acciones a su alcance, como la no entrega de material de trabajo, determinar paralización de sus actividades educativas y realizar petitorios hacia sus directivas, con la finalidad de exigir y pensar en una forma factible de educación solidaria y eficiente, de acceso igualitario a todxs, como el derecho básico que es.
Los petitorios son simples: una educación que sea efectivamente de calidad, que se tome en cuenta la realidad de lxs alumnxs y que, de una vez por todas, sus voces sean escuchadas por las autoridades que han hecho reiterativamente la vista gorda ante esta situación.