En entrevista con Bárbara López, Presidenta del Colegio de Antropólog@s, reflexionamos en torno al concepto de raza para comprender el conflicto Estado chileno – Nación mapuche.«Hay un grupo importante de la sociedad que se refleja en el opresor. Que está oprimida, pero se proyecta en Piñera», señala.

Más de 100 días de huelga de hambre llevan los presos políticos Mapuche exigiendo la aplicación del convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), marco jurídico internacional ratificado hace más de una década por Chile, el cual define una serie de obligaciones de los Estados respecto a la protección de los derechos de los pueblos indígenas.

La huelga de hambre, también, ha estado acompañada de diversas acciones de protesta y visibilización de la extrema movilización llevada adelante por los presos políticos Mapuche de Temuko, Angol y Lebu. Entre las manifestaciones, la ocupación de los Municipios de Victoria, Curacautín, Traiguén y Ercilla a inicios de este mes, permitieron develar la emergencia de un racismo latente, conocido por todxs quienes habitamos Wallmapu, pero esta vez legitimado, articulado y utilizado por la ultraderecha y el empresariado.

Para profundizar sobre lo que entendemos por racismo, identidad, y también aportar miradas respecto al momento histórico que vivimos, conversamos con Bárbara, antropóloga y actual presidenta del Colegio de Antropólogos de Chile.

ACIWA: ¿Cómo se piensa el concepto de raza desde la antropología?

Bárbara: La raza tiene un peso histórico como concepto. Emerge de un paradigma biologicista, eugenésico, que establece jerarquías o relaciones de poder entre personas por sus características físicas, haciendo de estas una carga política, social, cultural, siendo que el aspecto físico más bien responde a adaptaciones que a lo largo de los años se dan de manera sistemática en relación al clima, factores ambientales, recombinaciones producto del mestizaje, entre otros procesos.

La raza se establece desde la jerarquía, junto a sus connotaciones políticas de horror a lo largo de la historia. Todo esto de la pureza racial, la raza aria, cosas que definitivamente no existen: todos tenemos cargas genéticas diversas. Por lo mismo, el concepto de raza ha sido desechado, como una postura política de no establecer jerarquías entre unos seres humanos y otros.

A: ¿Qué rol ha jugado esta idea de raza en las relaciones sociales en Wallmapu?

B: Quizás para comprender esto debemos ir atrás, a la herida colonial que tenemos como territorio de Abya Yala, con una Europa sentada sobre el Iluminismo, la idea de que habían sido capaces de crear la mejor sociedad, bien positivista, una idea de desarrollo desde el progreso lineal, orientada hacia objetivos, entendiendo que mirar hacia atrás es retroceder, sobre, también, un concepto lineal de tiempo, negando las miradas cíclicas.

Hay un texto que se lee formativamente en antropología durante los primeros años de estudio, Colón y los Indios. Es increíble ver como las notas de Colón, de los distintos registros que hay, están fundadas en la triste ignorancia de un hombre de su época, nada más. Colón se refiere a los pueblos que habitaban este lugar donde había llegado como personas que no tienen nada, descalzos, viviendo en chozas. Una mirada poco comprensiva del otro, muy empapada por el judeocristianismo, juzgando sus prácticas, ritos, y toda esta idea de que no tenían alma. Entonces, partimos desde una incomunicación, desde una falta de herramientas para comprender al otro, jerarquizando las relaciones, algo que se ha reproducido hasta hoy. En Chile hasta hoy, todavía se reproducen estas estructuras, no nos hemos despegado de esta mirada.

A: ¿Cuánto del problema pasa por el sentido de la propiedad occidental que hemos reproducido, como elemento de tensión también, en nuestra relación con la naturaleza, con otras dimensiones de la vida, más allá de lo económico?

B: Hay un concepto de producción de excedentes que tenemos, que viene del capitalismo, que muy rara vez se ve en los pueblos indígenas, en donde emergen una idea mucho más redistributiva, de una relación de subsistencia con la naturaleza, de no cortar y hacer desaparecer. Hay una mirada diferente del concepto de propiedad, y ahí hay un punto de desencuentro súper vigente. Esta idea de “para qué le dan tierra, si no las trabajan”, emerge de una mirada productiva, que no conversa con esas maneras de ser. Y es sentándose desde este discurso sobre el cual un grupo de la sociedad se ha apropiado de las cosas.

Ahora, yendo un paso antes, quizás uno de los problemas fundamentales es que desde la mirada occidental nos separamos de la naturaleza, de nuestro entorno, de lo común. Lo que nos preocupa hoy, es poder problematizar estas ideas. Reflexionar sobre cómo hemos sido manipulados para reproducir esta lógica. Por qué ciudadanos de a pie que no tienen intereses económicos ni de otro tipo en el conflicto, reproducen estos discursos contra el pueblo mapuche, cargados de estereotipos. 

Hay un grupo importante de la sociedad que se refleja en el opresor. Que está oprimida, pero se proyecta en Piñera. Quizás ahí hay algo respecto a la validación que hemos visto de ciertos sectores a la violencia contra las comunidades en ocupación de los Municipios hace unos días. También, el efecto que supuso lo que ocurrió, el asombro en mucha gente, creo tiene que ver con que no nos conocemos, porque se ha construido una sociedad completamente desigual y segregada.

A: ¿De qué manera vivenciamos la idea de identidad desde este territorio?

B: El concepto de identidad es complejísimo, es una cuestión dinámica, no es estática, y tiene que ver con el poder. Es claro que se ha hecho la construcción de un imaginario respecto a la identidad mapuche, imaginario el cual ha sido ocupado por los grupos dominantes para generar imágenes que permitan excluir lo mapuche del poder. 

Esto sumado a la idea de que toda violencia es mala y condenable, ha permitido mirar hechos aislados y no el cuadro completo, en donde se vería la violencia política sobre una parte de la sociedad que, durante generaciones, intenta ser escuchada, y cuando ha sido escuchada, ha sido desde la racionalidad occidental. Por eso, a los chilenos nos falta mucha educación, para comprender  otras racionalidades, como la del pueblo mapuche. Esta idea es súper compleja de entender, porque implica aceptar al otro y a uno mismo. También aceptar nuestros propios orígenes, los que hemos negado. 

Esta es una herida a trabajar, incluso a niveles de salud mental. Los múltiples factores que hacen que esta sociedad este enferma, sabemos que Chile tiene índices de salud mental preocupantes, parten por una negación, un no reconocimiento de lo que somos. No darnos cuenta de quienes somos, y no valorarlo. Hoy hay muchos grupos que están intentando recuperar estas identidades, en diversos espacios, pero hay todavía un importante grupo de la población que niega lo que es.

A: Quizás los feminismos son de los movimientos que más relevancia han tenido en ese rol en esta pasada, el de cuestionar las bases sobre las que se sienta y reproduce este orden social ¿Qué piensas sobre el papel de los feminismos, del movimiento de mujeres en este momento histórico?

B: Creo que ha sido muy importante, no es el único que explica esto, hay muchas cosas más, pero el feminismo desarma o propone desarmar muchas de las estructuras de poder, porque lo cuestiona todo. Toda esta idea de la ambición, el poder, la acumulación, el capital, toda esta fachada de éxito, que es muy difícil sostener, porque en realidad el neoliberalismo está pensado solo para algunos. En ese desarme, viene un cuestionamiento importante a la relación de cada uno con la sociedad, a cuestiones más culturales. 

Si se le pidiera el petitorio de demandas al movimiento feminista, la respuesta pudiera ser “queremos que cambie todo”, “quiero que cambies hasta la forma en que me miras”, ¿Cómo se puede poner eso en un petitorio? El feminismo ha puesto sobre la mesa una lucha más cultural, más desde lo simbólico, que tiene que ver con las relaciones de poder y de cómo nos organizamos.

Fuente: Aciwa

Compartir: