El teflón que blinda a Mañalich tiene varias capas. Una, es que su presencia permite proteger al Mandatario, porque es en el jefe del Minsal donde recae el grueso de los cuestionamientos por los errores que ha cometido la administración piñerista. Otra, es la relevancia política que ha adquirido el ministro durante estos meses en La Moneda, al punto –precisaron desde el oficialismo– que, a pesar de liderar una cartera sectorial, se ha convertido en un apoyo político para el Presidente Piñera. «Mañalich hace política todos los días, es casi un primer ministro (…). Tiene un perfil, una personalidad que le gusta a Piñera, lo respeta, es de los pocos a los que respeta», agregaron desde Chile Vamos.

Las últimas no solo han sido las semanas más complicadas del avance de la pandemia del COVID-19, sino que también las más oscuras para el ministro de Salud, Jaime Mañalich. Entre el castillo de naipes que se le derrumbó y su desconocimiento del nivel de hacinamiento en el país, sus propios errores y un estilo comunicacional que día por medio bordea la soberbia, nuevamente quedó en el epicentro de las críticas, al punto que desfilaron varios nombres como sus posibles sucesores. Pero, a pesar de las ronchas que saca, el jefe del Ministerio de Salud (Minsal) es el brazo derecho del Presidente Sebastián Piñera y, por lo mismo, es bien difícil que por ahora pierda esa posición. Una vez más se gastó –ya lleva varias– otra de sus siete vidas en esta pasada.

Desde el inicio de la pandemia se le ha criticado a Mañalich su «exitismo» y estilo hermético de trabajo, como el no haber escuchado por meses a expertos ni alcaldes, a lo que se sumó el aumento sostenido de las cifras de contagiados y la tardía aplicación de medidas como la cuarentena total en el Gran Santiago. Cuando reconoció, la semana pasada, que las proyecciones de la pandemia que había realizado desde enero se le cayeron, no fueron pocas las voces que públicamente pidieron su salida del Minsal, apelando a la necesidad de que asumiera la «responsabilidad política» por haber errado en la estrategia gubernamental para enfrentar la crisis sanitaria del coronavirus.

«Claro que está complicado, se ha manejado muy mal con las expectativas que generó en la ciudadanía», precisaron desde RN. No por nada, desfilaron nombres con posibles opciones, como el doctor Enrique Paris o la ministra vocera Karla Rubilar, quien no solo fue propuesta públicamente por el alcalde de Puente Alto, Germán Codina, sino que además la idea habría sido sugerida previamente en La Moneda por el senador Manuel José Ossandón (RN).

Esta semana no ha sido la excepción. El lunes la cartera de Salud anunció que se disminuiría de 14 a 10 días la cuarentena en aquellos pacientes contagiados con COVID-19 catalogados como asintomáticos o con síntomas leves, una decisión que aquel día el ministro no quiso profundizar. Pero ayer tuvo que recular, ante las críticas y los evidentes problemas que la medida generaba en el pago de licencias médicas, por lo que Mañalich dijo que “hemos tomado la decisión de no implementar todavía este criterio”.

En el oficialismo insistieron en que, más que por convencimiento, el secretario de Estado cede por la presión que se ejerce y que eso es reflejo del complicado momento que atraviesa. Pero, a pesar de ese clima adverso, desde La Moneda, como en buena parte del arco político, insistieron en que es un error sacar al «general» de la «batalla de Santiago» en medio del momento más complejo de la crisis sanitaria, la que –ahora sí– se encuentra en su peak: «Es mejor terminar de quemar a Mañalich, no sirve de nada sacarlo ahora y poner a un nuevo ministro que se queme inmediatamente con el peor momento de la pandemia», recalcó un piñerista histórico.

«Si bien el manejo de la pandemia ha sido el principal foco de críticas a Mañalich, en el Gobierno recalcaron que, aunque las cifras son malas y vienen semanas muy complicadas, la tasa de mortalidad sigue siendo baja –en comparación con el resto de la región– y, más importante aún, se encuentra dentro de los parámetros que tiene contemplados el Mandatario. En La Moneda es sabido que en la evaluación final que se hará del Gobierno de Piñera se halla este ítem en específico, por lo que hasta ahora es uno de los mejores respaldos de la gestión del ministro de Salud.»

El teflón que blinda a Mañalich tiene varias capas. Una, es que su presencia permite proteger al Mandatario, porque es en el jefe del Minsal donde recae el grueso de los cuestionamientos por los errores que ha cometido la administración piñerista. Otra, es la relevancia política que ha adquirido el ministro durante estos meses en La Moneda, al punto –precisaron desde el oficialismo– que, a pesar de liderar una cartera sectorial, se ha convertido en un apoyo político para el Presidente Piñera.

Un papel que tiene su razón de ser en algo que va mucho más allá que la ultraconocida cercanía entre el Jefe de Estado y el exgerente general de la Clínica Las Condes, alimentada por el déjà vudel primer Gobierno, en que ambos cumplían los mismos roles de hoy. En los patios de La Moneda explicaron que, tras la salida formal de Andrés Chadwick del gabinete, el Presidente Piñera quedó «huérfano» políticamente y que ese vacío es, precisamente, el que ha llenado el ministro Mañalich en lo cotidiano, gracias a su personalidad avasalladora –otros lo consideran un elefante en una cristalería–, así como por su capacidad de mover y pautear la agenda pública acorde a los intereses presidenciales.

«Mañalich hace política todos los días, es casi un primer ministro (…). Tiene un perfil, una personalidad que le gusta a Piñera, lo respeta, es de los pocos a los que respeta», agregaron desde Chile Vamos.

Es así como se logra entender la autonomía con la que acostumbra a manejarse Mañalich y ejemplos sobran. No tuvo problemas para criticar la decisión presidencial de suspender clases a todo nivel por la pandemia, lo que provocó un choque interno en el gabinete. Y en pleno estallido social, a contrapelo de la bajada comunicacional del Gobierno, dijo que “en varias de esas lesiones desproporcionadas hay violación a los Derechos Humanos”.

Si bien el manejo de la pandemia ha sido el principal foco de críticas a Mañalich, en el Gobierno recalcaron que, aunque las cifras son malas y vienen semanas muy complicadas, la tasa de mortalidad sigue siendo baja –en comparación con el resto de la región– y, más importante aún, se encuentra dentro de los parámetros que tiene contemplados el Mandatario. En La Moneda es sabido que en la evaluación final que se hará del Gobierno de Piñera se halla este ítem en específico, por lo que hasta ahora es uno de los mejores respaldos de la gestión del ministro de Salud.

En privado, desde Chile Vamos no son pocos los que cuestionan al jerarca del Minsal ni tampoco faltan los que se molestaron cuando asumió el error en las proyecciones de la pandemia. También se le cuestiona en reserva el mal ojo que tuvo al momento de impulsar la «nueva normalidad» o la sordera que significó no hacer parte del proceso de contención a la atención primaria de salud.

Sin embargo, en el oficialismo decidieron –el lunes– cerrar filas en torno él, tal como se hizo con Chadwick tras el asesinato de Camilo Catrillanca, en noviembre del 2018. En ese momento, el entonces ministro del Interior quemó todo su capital político y resistió casi un año más en el cargo, ejerciendo como blindaje a Piñera, y la derecha ahora –agregaron– hará lo mismo con Mañalich y la pandemia, sin importar cuánta responsabilidad tenga en el manejo de la crisis, porque la consigna es que el brazo derecho del Presidente no se toca.

Independientemente de esta decisión de respaldar públicamente la gestión del titular de la cartera de Salud, eso no quita la preocupación que ha habido en la UDI y RN por el exceso de hermetismo con que trabaja el ministro, que hace infranqueable que alguien que no sea de su agrado o confianza –que son pocos– logre entrar en la esfera de su trabajo.

Por eso, en el Gobierno saben que generó cierta «tranquilidad» en la coalición oficialista la decisión presidencial de traer de vuelta a Palacio al exsubsecretario del Interior Rodrigo Ubilla, como una suerte de «interventor», con voz y voto en la mesa de toma de decisiones sobre la pandemia que conforman el Mandatario, Mañalich y el jefe de asesores del segundo piso, Cristián Larroulet.

El desembarco de Ubilla le dio aire a Mañalich, porque aplacó cuestionamientos desde un amplio sector de Chile Vamos, además de solucionarle problemas de logística que abrían más flancos a la gestión de la pandemia. Su proyecto más visible ha sido la entrega de cajas con alimentos para las familias más afectadas por la situación generada por el coronavirus, pero lo cierto es que su inclusión en el diseño y logística de las residencias sanitarias es –recalcaron– el símbolo del poder que va adquiriendo en la interna de Palacio. Una estrategia que había sido marginada de la planificación del jerarca del Minsal, pero que, tras el aumento de contagios y fallecimientos por la pandemia durante mayo, está siendo reforzada.

El regreso del exsubsecretario implicó la apertura de un canal para los partidos en la toma de decisiones sobre la pandemia, instancia en la que no hubo llegada por ninguna parte en los meses anteriores. Es que también volvió Andrea Balladares –mano derecha de Ubilla y quien había sido nombrada delegada presidencial para La Araucanía, después que el 90% de las autoridades de esa zona cayera en cuarentena– para trabajar con Magdalena Díaz, jefa de gabinete del Presidente.

«El ministro Mañalich es igual de competitivo que el Presidente Piñera, no va a aceptar ser derrotado por la pandemia», sentenciaron desde RN. Por las señales desde La Moneda, efectivamente al jerarca del Minsal aún le quedarían algunas vidas políticas para sobrevivir, una vez más, en el cargo.

Fuente: El Mostrador

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